*Doctor en Educación
Correo electrónico: mig31peru@yahoo.es
Filosofía de la comunicación: Su importancia vital en el ámbito militar
Citar como:
Espinoza Soria, M. A. (2024). Filosofía de la comunicación: Su importancia vital en el ámbito
militar. Revista Científica de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, 3(1), 17-34. https://
doi.org/10.60029/rcesge.v2i2art2
Espinoza Soria, Miguel Ángel*
https://orcid.org/0009-0006-7327-3028
Universidad Marcelino Champagnat, Lima, Perú
Enviado: 25 de Febrero2024 Evaluado: 30 de Marzo 2024 Aprobado: 15 de Abril 2024
ISSN: 2520 - 7628 (Impreso), 2789-2514 (En línea)
https://doi.org/10.60029/rcesge
Revista Científica de la Escuela
Superior de Guerra del Ejército
Volumen III, Número I, Junio 2024
Resumen
La frase "diálogo de sordos" implica una absurda contradicción, sugiriendo que aquellos que
dialogan no se escuchan entre sí o se preocupan poco por la propuesta de su interlocutor,
prefiriendo aferrarse a su propio discurso. El diálogo presupone un componente lógico,
inteligente y racional en cada actor del acto de comunicación. En Perú, durante 200 años de
independencia, no hemos aprendido a escuchar, dialogar y comunicarnos, lo que ha llevado a
oportunidades perdidas. Otros países han explotado esta debilidad para sus intereses
económicos y geopolíticos. Hoy, el personal civil y militar debe hacer el máximo esfuerzo para
establecer una comunicación adecuada para un intercambio eficiente de razones,
permitiéndonos avanzar como una sola nación hacia el progreso y el desarrollo integral.
Debemos aprovechar las oportunidades geoestratégicas para desarrollar capacidades
tecnológicas, industriales, empresariales y comerciales, asegurando la seguridad nacional y un
clima de estabilidad jurídica, política y económica para el desarrollo sostenible.
Palabras clave: Filosofía de la comunicación, Comunicación y transporte, Nueva carretera
central, Tren bioceánico y vías férreas, Guerra cibernética.
Espinoza Soria, Miguel Ángel*
https://orcid.org/0009-0006-7327-3028
Universidad Marcelino Champagnat, Lima, Perú
Philosophy of Communication: Its vital importance in the Military Field
*Doctor in Education
Email: mig31peru@yahoo.es
Sent: February 25, 2024 Evaluated: March 30, 2024 Approved: April 15, 2024
ISSN: 2520 - 7628 (Impreso), 2789-2514 (En línea)
https://doi.org/10.60029/rcesge
Revista Científica de la Escuela
Superior de Guerra del Ejército
Volumen III, Número I, Junio 2024
Cite as:
Espinoza Soria, M. A. (2024). Filosofía de la comunicación: Su importancia vital en el ámbito
militar. Revista Científica de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, 3(1), 17-34. https://
doi.org/10.60029/rcesge.v2i2art2
Abstract
The phrase "dialogue of the deaf" implies an absurd contradiction, suggesting that those who
dialogue do not listen to each other or care little about their interlocutor's proposal, preferring
to stick to their own discourse. Dialogue presupposes a logical, intelligent, rational component
in each actor of the communication act. In Peru, during 200 years of independence, we have
not learned to listen, dialogue, and communicate, leading to missed opportunities. Other
countries have exploited this weakness for their economic and geopolitical interests. Today,
civil and military personnel must make the utmost effort to establish proper communication for
an efficient exchange of reasons, enabling us to advance as one nation towards progress and
integral development. As a society with a rich historical legacy, we must seize geostrategic
opportunities to develop technological, industrial, business, and commercial capacities,
ensuring national security and a climate of legal, political, and economic stability for
sustainable development.
Keywords: Philosophy of communication, Communication and transportation, New central
highway, Bioceanic train and railways, Cyberwar.
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Volumen III / Número I / Junio 2024 / Lima-Perú
Introducción
En el campo de la comunicación y el transporte para el Perú, dos noticias actualmente
circulan y rebotan en las redes sociales, causando el optimismo para la gran mayoría de la población
peruana y las empresas nacionales, pero en sentido contrario produce inquietud y temor en círculos
empresariales, económicos y militares de algún país que ve en todo este proceso una progresiva
amenaza para sus particulares intereses geopolíticos y geoestratégicos. La primera noticia está
relacionada con el proyecto de la Nueva Carretera Central, con una inversión superior a los 24 000
millones de soles que, en un alarde periodístico innecesario, denominan como “la obra más grande
de la historia del Perú” o como “la super autopista de montaña del Perú” que conectará Lima
Metropolitana con seis regiones: Huánuco, Pasco, Junín, Ucayali, Huancavelica y Lima. De
acuerdo con las informaciones periodísticas, se trata de una obra que empezará a ser construida al
finalizar el año 2024 por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones con asesoría del Gobierno
francés, asociado a empresas italianas y españolas (Diario El Peruano, 2024).
La segunda noticia: El gran Proyecto del Tren Bioceánico que conectará Perú, Bolivia,
Paraguay, Argentina y Brasil, cuya construcción aún no tiene fecha de inicio, pero que debe integrar
todos los centros industriales, empresariales y comerciales de estos países con el Megapuerto de
Chancay, obra que se inaugurará en noviembre del 2024 (Diario Gestión, 2024). En suma, es otro
proyecto ferroviario, que también es motivo de mezquina preocupación para algún país que se
siente amenazado y desplazado por el crecimiento económico y comercial de los demás. Su inicio
es el puerto de Bayóvar (Perú), pero apunta a realizar la conectividad con Bolivia y Brasil (Mundo
Marítimo, 2011).
Aparte de estos dos datos periodísticos, en el Perú, no se anuncia nada más en el campo
del desarrollo de las comunicaciones y el transporte. Observando el Mapa Vial del Perú que ofrece
el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), elaborado por la Oficina de Estadística, el
15 de diciembre del 2007 (D.S. N.° 034-2007-MTC), y comparado con cada uno de los 25 mapas
viales departamentales del SINAC (Sistema Nacional de Carreteras) del 2023 (D.S. N.°
011-2016-MTC), se puede comprobar que, en el transcurso de 16 años, no existieron sustanciales
avances en la construcción real y concreta de carreteras o vías férreas. La razón es que, en la
mayoría de las regiones, se muestra la misma proyección de la vía nacional o la misma proyección
de la vía departamental, con líneas punteadas en rojo o en azul. De igual manera, en el transcurso
de 160 años, se puede comprobar con vergüenza, que nunca se planificó construir una gran carretera
que uniera Iquitos, ciudad fundada el 5 de enero de 1864, por Ley N.° 14702, a la red vial nacional
del Perú. Tampoco la Carretera Marginal de la Selva, el gran proyecto de comunicación vial del
presidente, arquitecto Fernando Belaúnde Terry (1963-1968; 1980-1985), incluía a Iquitos en el
diseño inicial o en el trazado final de esta importantísima red vial para la integración nacional y
continental (Vásquez Prada, 2023).
Aún hoy, los proyectos de la construcción de la necesaria y urgente carretera de Iquitos a
Saramiriza o de cualquier otro proyecto de carreteras que integre de manera necesaria y urgente a
toda nuestra Amazonía, encuentra férreos opositores en todos los movimientos y grupos
ambientalistas de la zona. Estos, al parecer, prefieren el aislamiento geográfico, el atraso educativo,
cultural, social, económico y político de estas poblaciones, cuando argumentan que desean
conservar y defender, de manera legal y legítima, con abundantes pruebas a favor y en contra, a los
pobladores nativos y a las extensísimas áreas del bosque amazónico de la irracional deforestación,
del cultivo ilegal de coca asociada al narcotráfico, de la tala ilegal y de la explotación minera,
gasífera y petrolera que causarían la temida contaminación ambiental del planeta (Honorio
Coronado et al., 2020; Maffei & Cossios, 2021; Legaspi, 2022). Sin embargo, un buen mapa del
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Perú, con la división al detalle y a escala real, de los departamentos, con cada uno de sus provincias
y sus distritos, permite comprobar con total precisión que la lejanía, el aislamiento, la
incomunicación y la falta de redes viales o vías férreas, en inmensas zonas de nuestro país, están
muy unidas al atraso, a la ignorancia, a la miseria, al olvido y al abandono total de nuestros
compatriotas más pobres, marginados y necesitados (Instituto Nacional de Estadística e
Informática, 2023).
Teniendo el gravísimo déficit de carreteras, ferrocarriles, vías nacionales, túneles y
puentes, desde hace cerca de dos décadas ¿cómo esperamos que muchas poblaciones del Perú, se
comuniquen con el resto del país para conectarse y articular plenamente al territorio patrio?
Además, ¿cómo esperamos superar el aislamiento de 1 100 000 habitantes del departamento de
Loreto, por ejemplo, sin carreteras que los unan al resto del país?, ¿cómo pueden tener acceso,
poblaciones aisladas de los Andes, a mejores condiciones de vida atendiendo las necesidades más
urgentes de salud, educación y trabajo?, ¿cómo puede estar realmente presente el Estado, con todas
sus instituciones y autoridades, para dar un servicio eficiente a las comunidades más alejadas en
nuestro país, como es el caso de las poblaciones de toda nuestra Amazonía?, ¿cómo esperamos que
las instituciones tutelares del Estado, Fuerzas Armadas y policiales, cumplan sus funciones en la
defensa nacional, como prescribe la Constitución Política del Perú (Artículos 165, 166, 168, 170,
171) y sirvan en la integración de las poblaciones más alejadas del territorio patrio, sobre todo en
las zonas amenazadas por la minería ilegal, el contrabando y el narcoterrorismo; lo que es más
grave: ¿Cómo esperamos que la identidad de nuestra población se reconozca, se valore, se integre
y se consolide a la comunidad nacional, si tenemos en el sector educativo, en todo país, un desfase
abismal en las últimas tecnologías para la adecuada formación, información y comunicación?
Finalmente, ¿cómo pretendemos defendernos de las amenazas internas que pretenden dividirnos y
de las amenazas externas que pretenden dominarnos si no estamos unidos, identificados, integrados
y comunicados plenamente?
1.- Definición de conceptos
El politólogo estadounidense y ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa
Blanca, Samuel P. Huntington (1997/2018), en su conocida obra Choque de civilizaciones y la
configuración del orden mundial, con lenguaje actualizado y muchos argumentos renovados, repite
la vieja tesis geopolítica determinista de la confrontación inevitable, entre dos bloques y sus
satélites, propuesta por su mentor ideológico británico Sir Halford J. Mackinder (1904), en The
Geographical Pivot of History. Mackinder, al igual que Huntington, plantea, defiende y promueve
la tesis del dominio total y absoluto de un único bloque, el bloque occidental, frente al otro bloque
que debe ser combatido y sometido por todos los medios, para acabar y limitar todas las amenazas
presentes y futuras contra el nuevo orden mundial y el único control hegemónico del mundo,
impuesto y liderado, o por los Estados Unidos de América según Huntington, o por el Reino Unido
según Mackinder. El otro bloque es cualquier país o grupo de países que amenacen los intereses
económicos, políticos y militares de ambas naciones.
Esta posición, abiertamente confrontacional, es suavizada de alguna manera por
Huntington, quien al final de su libro hace un llamado retórico, a los líderes políticos e intelectuales
de las principales civilizaciones, para unirse y trabajar juntos por un futuro de paz, comprensión y
cooperación mundial. Es rescatable que los dos autores reconozcan el inmenso poder de las
comunicaciones y su influencia fundamental en el liderazgo para el desarrollo económico, aunque
circunscriban este poder a sus propios países. Huntington afirma que, en las civilizaciones
desarrolladas, los múltiples avances de los sistemas integrados del transporte y de la comunicación
serán capaces de crear interacciones más frecuentes, intensas, simétricas e inclusivas entre todos los
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integrantes de las diferentes civilizaciones, para definir y preservar la identidad de sus integrantes,
como aquel núcleo duro de una civilización concreta y determinada que debe preservarse,
produciendo consecuencias gravitantes en la vida diaria y en la identificación histórica, cultural,
religiosa, social, política y económica de quienes pertenezcan a estas poderosas civilizaciones
dominantes (Huntington, 1997/2018, pp. 152-153).
Si lo afirmado por Huntington constituye el sentido positivo de este análisis, y es
aceptado como verdadero, entonces podemos colegir en sentido negativo y sacar las consecuencias
para nuestro país. En el Perú, la penosa y comprobada falta de vías adecuadas para el transporte y
la obsolescencia de las redes de comunicación, tendrá las consecuencias que siguen: (a) impedirán
la construcción de una identidad nacional, (b) entorpecerán la educación integral y la cultura
común, (c) limitarán la genuina identificación con los valores patrios, (d) paralizarán el desarrollo
económico, (e) imposibilitarán la integración plena de todos los compatriotas en la comunidad
nacional, (f) socavarán los pilares de la seguridad nacional y (g) facilitarán el ataque a las
instituciones tutelares del Estado. Desde el interior, generarán nuevas formas de conflicto y división
del organismo social de la nación, promoviendo el descontento, el desorden y las manifestaciones
violentas. Desde el exterior, propiciarán el rápido dominio del país por fuerzas antidemocráticas,
intereses monopólicos y poderes hegemónicos. Nuestros militares saben de la importancia de una
efectiva comunicación entre todos los estamentos de la sociedad peruana en el escenario de este
tercer milenio. Prueba de ello es el extenso, detallado y profundo análisis de la realidad del Perú
realizada por un representante de los combatientes y Héroes del Cenepa, General de División, EP
(R), Roberto Chiabra León. Es necesaria una lectura obligatoria a su obra Claves para entender la
Seguridad Nacional en el Siglo XXI (2012) si deseamos tener un cabal conocimiento de la realidad
de nuestro país en prospectiva estratégica.
El Perú, al no contar con las suficientes redes de comunicación y las vías necesarias de
transporte, se parece a un cuerpo humano que carece de conveniente irrigación sanguínea o a un
terreno de cultivo sin los canales apropiados para el acceso y distribución del agua. En este
escenario, surge interrogantes inevitables: ¿El Estado peruano y los gobernantes de turno tienen un
real conocimiento del rol fundamental de la comunicación y el transporte para la existencia de la
Nación y de la defensa de sus sagrados interés? ¿Existe en el Perú un Plan Nacional de Desarrollo
de las Comunicaciones y el Transporte? Y si la respuesta es afirmativa: ¿Qué acciones concretas
han realizado para mejorar las redes de comunicación y las vías de transporte del Perú en estos
últimos 25 años (2000-2024)?
Desde el ámbito militar, la comunicación puede definirse como aquellos elementos que
hacen posible el intercambio eficaz de información entre los miembros de un ejército, elementos
que generalmente son diseñados para impedir la intervención o interceptación por parte del
enemigo (Espitia Cubillos et al., 2020). Desde la perspectiva de la inteligencia, la comunicación
fluida y la retroalimentación entre los productores y consumidores de contenidos de información
clasificada es una fase del ciclo mediante la cual las organizaciones de inteligencia ponen en
conocimiento el resultado de sus análisis, juicios y estimaciones, con la finalidad de ajustar, mejorar
y adecuar dichos productos o contenidos para la adecuada y oportuna toma de decisiones de los
gobernantes (Ortolá Bosca, 2016). Desde un contexto filosófico, la comunicación define aquel
proceso de intercambio de información entre personas que siguen una planificación previa y
consensuada, utilizan canales de transmisión, códigos compartidos de signos, reglas únicas de
interpretación, con la finalidad de influirse, comprenderse y lograr los mismos objetivos comunes
(Teruel Díaz, 2014).
Como la comunicación siempre está unida a la calidad y al estilo de la relación interperso-
nal, son las personas, como inteligencias sentientes, quienes buscan establecer una comunicación
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respetuosa, clara, directa, veraz, apropiada y oportuna. Así, las relaciones interpersonales se
nutrirán y consolidarán con la puesta en práctica de estos valores y virtudes, porque en la comunica-
ción no solo se transmiten datos, ideas, pensamientos o información pura y dura, sino también
emociones y sentimientos, estableciéndose relaciones de calidad y con calidez o cordialidad huma-
nas, veraces y duraderas, que favorecerán, consolidarán y profundizarán la identidad, la identifica-
ción y la integración entre todos los actores de la comunicación. Este múltiple logro se conoce
como comunicación estratégica eficaz y eficiente, efectiva y afectiva (Teruel Díaz, 2014, p.
366-371).
Por lo tanto, la comunicación estratégica es un proceso trasmisor, no solo de datos exactos
y precisos o de informaciones importantes, sino también de aquellos elementos más profundos
presentes en toda comunicación humana, como son los sentimientos y los pensamientos, con la
finalidad de persuadir en las ideas, en los afectos y en las acciones del receptor. Cuando un emisor
comunica y da información, siempre intenta influir o cambiar la opinión del receptor. En la
comunicación estratégica el emisor usa los procedimientos necesarios, envolviendo la información
en una capa de intencionalidad, para influir efectivamente y producir una reacción específica en la
mente del receptor. El emisor siempre debe asegurar la respuesta confirmatoria, retroalimentación
o feedback por parte del receptor; con ello, se garantiza el cierre del circuito, se logra la
comunicación correcta y se verifica la producción de la acción o de la reacción deseada en el
receptor o receptores (Cambría, 2016, p. 477).
2.- Visión histórica comparativa de la comunicación
En esta parte histórica, por razones de tiempo y espacio, solo abarcaré tres grandes
culturas universales. La primera es la magnífica civilización griega (Siglos IX - V A.C.), que nos
comunicó lo mejor de su producción cultural, la que permanece viva entre nosotros en todos los
sistemas clásicos del conocimiento, como el conjunto de las ciencias matemáticas, el pensamiento
filosófico, los fundamentos del derecho, los principios de la ética y la moral, la organización
política, la democracia incipiente, la estructura militar y el ideal de la perfección física aplicado en
el cultivo de todas las artes. Atenas y Esparta fueron los modelos originales para los ejércitos de
occidente, en la defensa de sus territorios y en la conquista de otros nuevos, por la organización de
sus milicias, la estricta selección de sus miembros, el desarrollo de sus armas, la disciplina
castrense, el despliegue de sus soldados y la capacidad intelectual de sus líderes, destrezas militares
mostradas en la utilización de la inteligencia, el espionaje y la comunicación, en la planificación de
las estrategias, en la administración de la logística, en la hábil aplicación de tácticas, en el veloz
despliegue de las operaciones y en el desarrollo del combate (Pryor & Forero, 2016; Díaz Sánchez,
2018).
Sin embargo, los griegos también nos enseñaron que cuando se hacen presentes los
problemas de las relaciones complicadas entre los estamentos civiles y militares, la deficiente
comunicación entre los comandantes y sus soldados, la baja en la moral entre las tropas, entonces
se debilita la cohesión de los soldados, se destruye la unidad con los ciudadanos civiles y se rompe
la sincronía del despliegue de las tropas durante la guerra, con las terribles consecuencias de tener
que enfrentar a la muerte por estos errores. En relación con lo expuesto, la prueba real y concreta
de la aplicación adecuada de estos principios fue la batalla de Maratón (490 a. C.), en donde los
militares y los ciudadanos atenienses, hombres libres y patriotas, conformando el ejército de los
ágiles y veloces soldados hoplitas, mucho mejor organizados aunque menos numerosos (11 000
hombres comandados por Milcíades), vencieron tras difícil combate al triple de soldados del
ejército persa (30 000 hombres comandados por Datis), conformado en su gran mayoría por huestes
de soldados mercenarios, sin bandera reconocida, mostrándose como un ejército grande, lento y
pesado, sin unidad de comando y sin un adecuado sistema de comunicación (Pryor & Forero, 2016).
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La segunda es la extraordinaria civilización romana (Siglos VIII A.C. - VI D.C.), que está
presente entre nosotros en el origen latino-romance de nuestro idioma castellano, en la codificación
del derecho, en la legislación que atribuye iguales derechos y deberes a todo ciudadano romano, en
la administración pública que muestra el equilibrio del poder entre las atribuciones del gobernante
y del senado; pero, sobre todo, en el decisivo ámbito militar, en la imagen del poderoso ejército
romano conformado por los legionarios. Esos disciplinados soldados romanos no solo ampliaron
las fronteras del imperio con el filo de sus espadas, sino que también construyeron con sus propias
manos todas las fortalezas, puestos de vigilancia, puentes, murallas, acueductos, termas, diques,
puertos, calzadas, vías, carreteras y caminos que conectaban, unían y comunicaban las poblaciones
y los territorios de este vastísimo imperio que abarcaba casi toda Europa (Fernández Rojo, 2019).
Esta formidable maquinaria de guerra y de construcción, formada por bravísimos
estrategas y guerreros, al mismo tiempo creativos arquitectos y eficientes ingenieros, tuvo su origen
en los primitivos ciudadanos armados de la monarquía y república temprana, los patricios o padres
de familia, quienes designaban al hijo varón que sería soldado, a quién otorgaban las armas, el
mantenimiento y la paga. Posteriormente, ingresaron los hijos mayores de los plebeyos en la
organización militar, logrando que dos cónsules comandaran las legiones: uno patricio y uno
plebeyo. Cada tribu o poblado romano contribuía con mil hombres y era comandada por un tribunes
militum o tribuno de los soldados o jefe de la tribu. Aquí se habría originado la palabra latina miles
o soldado, de donde deriva el término milicia o militar para toda actividad castrense (Pryor &
Forero, 2016). Los militares romanos fueron los reales y efectivos constructores de las amplias vías
de comunicación del Imperio romano, de su ostensible expansión y de la grandeza de su impronta
en la historia de occidente.
La tercera civilización es la aportada por el admirable Imperio Inca de las Cuatro
Regiones o Tawantinsuyo (siglos X- XV) que, con su centro en el Cusco, tenía en el Qhapaq Ñam,
Gran Camino o Camino Principal, de más de 35 000 km de extensión, la red troncal de un complejo
sistema vial de caminos preincaicos e incaicos, desde la costa, al nivel de mar, hasta las más altas
cordilleras andinas, que comunicó, conectó, unificó e integró la administración social, política,
económica, cultural, religiosa del Imperio. Esta sirvió, especialmente, para la aplicación de una
inteligente estrategia política y militar para el efectivo y real control de la comunicación en un
vastísimo territorio que abarcaba seis países actuales: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina
y Chile. Por estas vías del Qhapaq Ñam transitaban los numerosos ejércitos del Inca expandiendo
el poder y la presencia del gobernante; pero también viajaban los mitmas o poblaciones trasladadas
de una región a otra para ejercer el control, territorial, social, político y cultural de los nuevos
territorios o espacios conquistados. Todas estas poblaciones estaban comunicadas de manera
continua, rápida y efectiva por los miles de chasquis o mensajeros, emisarios del Inca, verdaderos
soldados atletas, celosos vigías móviles, espías e informantes, quienes podían recorrer 180
kilómetros diarios, sin ninguna exageración, creando la comunicación del espacio, disminuyendo la
separación temporal y manteniendo perfectamente informado al gobernante del Imperio, de todo
aquello que sucedía en los lugares más alejados como el Valle del Cauca, río Acomayo o Patía,
Pasto o Pastos, Quito, Guancavilcas, Chiriguanes, Cochabamba, Charcas, Coquimbo, Arauco,
Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy y el noroeste de Mendoza (Kaulicke, 2004; Valdano, 2011;
Moralejo, 2012; Rucabado, 2014; Niño y Morillo, 2015; Mignone, 2021; Real Academia Española,
2024).
Los historiadores Martín de Murúa (1590/1614), en Historia General del Perú, (Caps.
XXXII, XXXV, XXXVII, XXXIX, XL, XLIV - LIII,…) y Felipe Guamán Poma de Ayala (1615),
en Nueva Crónica y Buen Gobierno (pp. 212-215), coinciden en afirmar el gran valor del servicio
prestado por los chasquis, a quienes denominan cuerpos productivos o fuerzas productivas que
cumplen el necesario rol del ojo vigilante del inca; puesto que por su intermedio viajaba la comuni-
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cación oficial que fundamentaba y fortalecía la estabilidad, la expansión y el control territorial,
social, político, económico y militar en el Imperio. Los chasquis eran hijos de los principales del
Imperio, escogidos por su especial complexión física, gozaban de un particular prestigio, vestían
prendas coloridas que lo distinguían, como un tocado vistoso de plumas en la cabeza, llevaban
terciada una bolsa amplia y resistente, un silbato o pututo o Uayllaquipa y dos armas, chambi o
champi y huaraca (Chamussy, 2014). Por su trabajo eran bien pagados por el mismo Inca, eran
alimentados en los tambos de la exclusiva despensa real y tenían la preferencia en el tránsito por
todas las vías del Qhapaq Ñam o Camino Real. Así, chasqui y camino real están íntimamente
unidos, no solo por funciones identitarias y comunicativas; sino también por razones religiosas,
administrativas, económicas, políticas, estratégicas y militares. Los caminos son el espacio móvil
y estaban construidos para el buen funcionamiento del gobierno y ayudaban en la comunicación, el
orden, la disciplina y el control. Con ello, se demuestra la efectiva organización del Imperio y su
capacidad de comando político autónomo (Julien, 2002; Kaulicke, 2004; Valdano, 2011, 57-60;
Mattos, 2015; Vitry, 2015; Gutiérrez Cruz, 2017).
3.- Visión filosófica de la comunicación
Para el psiquiatra y filósofo alemán Karl Jaspers (1883-1969), la comunicación tiene un
sentido de perenne gestación existencial o continua mayéutica comunicativa, porque la esencia y la
existencia del ser humano se manifiesta y realiza a través de la comunicación, y la existencia plena
solo es posible en la medida que la persona se asume a sí misma de manera consciente, supera su
aislamiento y tiende a la apertura hacia a sus interlocutores. Además, porque concurren en ella
formas de fe y razón que son irreductibles a una única perspectiva o dimensión, y que al encontrarse
se autocomprehenden como posibilidades ilimitadas de realización y manifestación (Portuondo,
2012). De ahí, que Karl Jaspers (1958), afirme:
La verdad esencial concerniente al ser brota sólo en la comunicación a la que está ligada.
La verdad filosófica es una función de comunicación conmigo mismo y con el otro. Es la
verdad con la cual vivo y que no solamente pienso; la que realizo convencido y que no
solamente conozco; de la cual yo me vuelvo a convencer al realizarla, y no solamente por
virtud de las posibilidades del pensamiento. Es la convicción y conciencia de la
solidaridad en la comunicación, que ella produce y desarrolla. Así, pues, la verdadera
filosofía únicamente puede tener existencia empírica en comunidad (p. 517).
Según la abogada y filósofa colombiana Gladys L. Portuondo (2015), para Jaspers la
comunicación humana como comunicación existencial, puede adoptar múltiples formas debido a la
personal condición, al punto de vista de los interlocutores y por la capacidad de provocar, de forma
radical y profunda, el autoexamen crítico en todos los dialogantes. Por ello, en el auténtico proceso
comunicativo humano se exige siempre una esencia originariamente ética de las personas que se
comunican, porque obliga a realizar la tarea de acoger racionalmente al interlocutor, en la medida
en que es recíproco el respeto a la identidad y a la libertad. Así pues, para Jaspers, la comunicación
humana posee un requisito ético-existencial, porque desde el pensamiento filosófico responde a
una continua exigencia de clarificar el orden ético que debe orientar la realización existencial de los
seres humanos frente a la veracidad, a la lealtad y a la libertad.
El ser humano llega a ser el mismo solamente junto a otros seres humanos, en sentido
recíproco y solidario, nunca a través del solipsista y solitario conocimiento de sí mismo. El ser
humano llega a hacerse realmente hombre con la ayuda de los demás seres humanos, por ello,
queda descartada la idea individualista del self made man, como aquel hombre que se hace solo y
a sí mismo, porque dicho hombre no existe. Llegamos a la mejor versión de nosotros mismos en el
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mismo grado y medida en que los otros seres humanos también lo consiguen. Recordemos, siempre
nos preceden nuestros mayores y su influencia benéfica. Entre los seres humanos se cumple la ley
de los vasos comunicantes: la bondad es como la luz, difusiva de sí misma, porque siempre se
irradia sobre los demás, los ilumina e influye de forma positiva. La comunicación existencial entre
los seres humanos siempre se establece y crece al nivel más profundo, desde nuestras raíces
esenciales, desde aquellas en dónde nos originamos, nos nutrimos y nos unimos primordialmente.
Así, para Joseph de Tonquedec (citado por Marrero, 2015), el yo propiamente dicho, en su esencia
más íntima, se crea, se hace verdaderamente el mismo en la comunicación con el tú, con el otro, con
los otros: “El otro es necesario, imprescindible. Yo no soy sin ‘otro’ y el ‘otro’ no es sin mi” (p.
163).
Por ello, llegamos a gozar de la libertad solamente en la medida en que los otros también
llegan a ser libres. Por esta razón, para Jaspers, en el problema primordial de la comunicación entre
los seres humanos, primero es la cuestión vital-práctica-existencial de nuestra propia vida, y solo
después es la cuestión pensada o reflexionada, fundamentalmente desde la actitud y actividad
filosófica. Finalmente, todos los pensamientos podrían ser juzgados por esta cuestión básica, si
ellos ayudan o interfieren con la auténtica comunicación vital. De igual manera, la verdad en sí
misma podría ser medida a través de esta norma: la verdad en la comunicación es lo que nos une
realmente, y bajo esta exigencia, se debe y puede medir el tipo de verdad, por la verdad de la unión
que se hace posible a través de la comunicación real, efectiva y afectiva entre los seres humanos
(Portuondo, 2012).
En sentido contrario y de manera desafiante, para Jaspers, el ser humano también se
identifica, se define, toma consciencia de sí mismo y se reconoce enfrentando las “situaciones
límite”, las “crisis existenciales”; porque los seres humanos no se conciben a sí mismos, como seres
abstractos o separados del mundo en el que viven, como seres alejados o ajenos al tiempo y al
espacio, como seres ahistóricos, sino que están anclados siempre en el aquí y el ahora, en una
comunidad concreta y estableciendo relaciones intersubjetivas, participativas y personales. Somos
seres condicionados por la finitud y la contingencia, situados y sitiados por la experiencia de la
limitación, del error, del dolor, del sufrimiento, de la culpa y de la muerte; realidades que no pueden
ignorarse, evitarse o negarse, sino que plantean un verdadero reto y un permanente desafío a las
formas de asumir nuestra propia realidad y hacernos cargo responsablemente de nuestra condición
humana, asumiendo la propia lucha existencial para mantener nuestro espacio vital como sociedad
y comunidad, para asegurar nuestra subsistencia y para garantizar el desarrollo de la nación que nos
une y nos cobija. Así pues, nuestra existencia humana es intrínsecamente polémica y agónica
(Gefael Alsina, 2005; Romeu, 2018).
Asumiendo la definición de la filosofía como comunicación vital y del filosofar como un
acto de intensa comunicación, se confirma que la filosofía sea la sabiduría (sophía) acogida y
recreada en el amor que la atrae (philos). La sabiduría por su propia esencia es, de suyo y por sí
misma, comunicación intensa y densa de la verdad profunda, amplia y armoniosa de la realidad
total. La sabiduría está unida de manera íntima e íntegra a la educación en la excelencia (paideia).
Por eso, aunque la sabiduría es aristocrática en su gestación original y creación personal, al mismo
tiempo es democrática en su propagación vital y en su comunicación existencial (López, 2013).
Ahora bien, si queremos ser responsables de la auténtica y necesaria integración de toda la pobla-
ción de nuestro país, deberemos respetar las diferencias culturales locales y asumir como necesaria
un estilo comunicativo existencial, armonizando lo racional y lo emocional, lo inteligible y lo
sensible, en él y con él, asumir la lucha honesta por defender, proteger y desplegar nuestra propia
vida, como sociedad democrática, y al mismo tiempo, tener la actitud noble y digna de aceptar la
condición de ser los únicos protagonistas de nuestra propia historia personal, social y comunitaria,
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como un proyecto legítimo, que nos recuerda nuestro más alto deber y compromiso con la trascen-
dencia, que consiste en contribuir a crear y realizar la unidad en la diversidad, en plenitud y de
forma auténtica, del cuerpo espiritual de la Nación (Arizpe, 2013).
4.- Perú: identidad, comunicación e integración
Como lo anticipáramos líneas arriba, cualquier comunicación realizaba por los seres
humanos implica siempre un compromiso, por lo tanto, define un tipo de relación, porque una
comunicación no solo transmite información, sino que, al mismo tiempo, impone comportamientos.
Así, la comunicación opera en dos niveles de abstracción: (a) el primer nivel, informativo o el
contenido o el reporte - referencial, en donde se transmiten los datos de la comunicación, y (b) el
segundo nivel, relacional o el continente o el comando - conativo, en donde se regula cómo debe ser
tomada la metacomunicación, según Watzlawick, citado por Cortés (2003, p. 65). Quienes realizan
una reflexión crítica sobre el trabajo de la comunicación en el mundo, en Latinoamérica y más
concretamente en el Perú, saben de las aproximaciones teóricas y prácticas de su avance arrollador
y de su real aporte en la transformación de los seres humanos. El estudio de las comunicaciones no
es una tarea secundaria o de rango menor; sino que es un trabajo de primer orden, porque se
comprueba que todo en el ser humano es comunicación, o mejor, que la comunicación es la parte
vital, expresiva y relacional de la condición humana. Por ello, entender de manera crítica cómo
podemos utilizar de manera correcta y honesta los valiosos aportes de la metacomunicación es
poseer un elemento imprescindible del presente para articular el pasado y el futuro de nuestro país
(Peirano Falconí, 2017).
Debemos reconocer que, en el Perú, en el campo de las comunicaciones tenemos aún el
pasado como una amenaza en nuestro presente, sabemos que estamos en el siglo XXI, debido a los
avances vertiginosos del desarrollo tecnológico, pero en muchos aspectos seguimos tan atrasados
como en el siglo XX. Cambió el contexto económico, político y social, con el vertiginoso avance
de la tecnología que ha creado programas, redes sociales, aplicaciones, instrumentos electrónicos y
herramientas de última generación, pero, en el Perú, la aplicación en los medios de la
comunicación, sigue acrecentando la brecha social o el abismo de la división cultural y de la
confrontación política. El interés comercial impregna la gran mayoría de las actividades
comunicativas del sector privado, para quienes lo cultural carece de interés económico. El Estado
que se presenta como la única referencia principal del uso de la comunicación con fines culturales
y educativos; pretende integrar a las diferentes e innumerables comunidades, pero le falta establecer
una eficaz planificación de su labor, para transformarla en la plataforma de la auténtica
identificación y reconocimiento de las identidades de las poblaciones del interior del país, de sus
aportes culturales y tradicionales, de su labor para integrarlos en redes de comunicación que
consoliden y revaloren su real contribución a la variada riqueza del patrimonio o acervo de la
cultura nacional (Peirano Falconí, 2017).
El Estado ejerce una deficiente función reguladora, aunque respeta y alienta el ejercicio de
la autorregulación de los contenidos y productos de las empresas privadas de las comunicaciones.
El estado peruano es laico, pero tiene condicionamientos religiosos muy fuertes. Aunque, supone-
mos que para el Perú la amenaza de una guerra inminente, por motivos religiosos no se produciría,
sabemos que debemos estar vigilantes para evitar la posibilidad de los conflictos internos de origen
ideológico, político, extremista y totalitario, o de grupos criminales narco-terroristas o de bandas
internacionales de mercenarios y sicarios al servicio de organizaciones delictivas y a la posibilidad
de que las guerras en otros entornos nos afecten gravemente. Debemos reconocer que la mayoría de
los avances tecnológicos en el campo de las comunicaciones y las telecomunicaciones se inventa-
ron, probaron y perfeccionaron en un problemático y difícil contexto de conflictos bélicos, tanto en
pequeña escala como en las grandes guerras mundiales (Peirano Falconí, 2017).
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El siglo XX fue el escenario de las principales guerras que la humanidad recuerde, y ellas
fueron la ocasión propicia para probar el ABC de las armas de destrucción masiva (Atomic,
Biological and Chemical Weapons), a las que se le añade la letra D (Digital Weapons) en el siglo
XXI. En el 2016, el Gobierno de los Estados Unidos de América, a través de un Cibercomando de
la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), utilizó por primera vez la guerra cibernética para
neutralizar y eliminar al grupo fundamentalista y terrorista ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria).
ISIS utiliza las redes sociales para captar nuevos adeptos y expandir su nefasta ideología terrorista
(Las Heras, 2022). Las revelaciones periodísticas de Edward Snowden, consultor tecnológico y
exmiembro de la NSA, demostraron que debemos superar nuestra inocencia digital y tener siempre
presente que las potencias mundiales son insaciables en su voracidad por el control digital de las
comunicaciones. Por el testimonio de Snowden, sabemos que el programa PRISM era una
aplicación de técnicas avanzadas de BIG DATA para infiltrar, capturar y analizar millones de
comunicaciones de ciudadanos de occidente, incluido el espionaje a gobiernos aliados de los
Estados Unidos de América (Quintana, 2016; Suárez Sánchez-Ocaña, 2015; Lefébure, 2014).
Semejante fijación u obsesión por anticiparse a las acciones del enemigo, por el
conocimiento anticipado de sus contactos y de sus comunicaciones, tiene una base auténtica y real
en el hecho comprobado de que las redes de internet y las aplicaciones electrónicas sirven para
planificar acciones terroristas que amenazan la vida pacífica y la democracia en todo el mundo
civilizado. Para tener una idea más certera y actualizada de esta amenaza real y concreta, puede
servirnos la obra La vida secreta de los extremistas. Como me infiltré en los lugares más oscuros de
internet, de la especialista austriaca en investigaciones sobre terrorismo, (Ebner, 2021).
Desde el 2016, nada queda libre a los ojos y oídos del espionaje electrónico que en su
claro afán de prever y adelantarse al ataque de los terroristas en cualquier lugar del mundo, invaden
las redes sociales y las comunicaciones a través de internet, porque éstas en la práctica, lo abarcan
todo, desde centrales eléctricas, empresas de comunicaciones, polígonos de misiles balísticos,
aeropuertos, estaciones de tren, centrales nucleares, laboratorios físicos, químicos, tecnológicos e
industriales, oficinas gubernamentales, complejos hospitalarios y de salud, universidades
prestigiosas y sus centros de investigación, y por supuesto, las instalaciones militares y sus centros
de comando. En el fondo es el viejo anhelo de los gobiernos hegemónicos por controlar las
comunicaciones del enemigo. Si es posible entrar en sus sistemas digitales es como atacar el
sistema nervioso central del organismo. En esta guerra, si el ejército cibernético ataca la médula
espinal, de nada sirve el poder de la fuerza bruta del ejército y de las armas del enemigo (Quintana,
2016; Díaz del Río Durán, 2011). Al respecto, no tienen pierde, y son oro en polvo, las 237 páginas
de la obra de Yolanda Quintana (2016), Ciberguerra. Todo lo que no sabes sobre las nuevas
amenazas y las guerras que ya se libran en la red. Se trata de una lectura obligatoria si deseamos
saber cómo se librarán las guerras del futuro desde las inocentes pantallas de aquellos aparatos
destinados, primigeniamente, a la comunicación humana.
En el contexto latinoamericano debemos recordar y tener siempre presente que los
hackers, civiles y militares, no duermen y como visitantes habituales de la deep web o dark web
realizan una labor continua de ataques a los sistemas de seguridad de muchas instituciones milita-
res. Una prueba de lo afirmado es el caso comprobado del arresto, en mayo-junio del 2023, de un
cabo del ejército chileno que sería miembro de una organización internacional llamada Rhysida,
que hackeaba a su propia institución militar y que logró apoderarse de 196 150 archivos con un peso
de 148,7 GB de información altamente sensible y secreta. Entre los documentos hackeados al
ejército chileno han revelado la pérdida de una valija con 118 documentos militares de carácter
confidencial (sumarios, investigaciones administrativas, datos del personal militar y un expediente
completo de una investigación de cuatro años sobre la aplicación de la Ley de Drogas), que viajaba
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por Correos de Chile, desde Punta Arenas hasta Santiago y que no llegó a su destino. En el mismo
caso, se incluye la información del hackeo a un oficial militar peruano, en retiro, que prestó servicio
como comandante general de la III División del Ejército del Perú, unidad encargada de resguardar
la frontera con Chile, incluyendo los reportes del inventario armamentístico de distintos regimien-
tos del Ejército del Perú. Para completar la información, se incluyen miles de documentos, ahora
disponibles, sobre la seguridad nacional de Chile, como, por ejemplo, los detalles de cómo debería
movilizarse el ejército chileno, a través de los pasos fronterizos habilitados y no habilitados, ante
un hipotético ataque argentino a través de Tierra del Fuego. Dicho documento incluye despliegue
de personal, desglose de armamentos y municiones, datos detallados de cada vehículo de guerra del
cuartel general de la VI División del Ejército de Chile, con asiento en la ciudad de Iquique (Núñez,
2022; Arancibia et al., 2023; Espinoza, 2023).
No se piense que los militares de este país, atacado por los hackers, ignoraban las
amenazas que existen en el ciberespacio como posible escenario de conflictos. Ya desde cuatro años
antes del ataque al sistema informático del ejército chileno, algunos especialistas compartían
investigaciones sobre este tópico sensible. Exponían que el uso de las redes, los sistemas y la
inmensa cantidad de datos que fluyen en este ámbito facilitan las operaciones militares o sirven de
herramientas para “generar efectos reales sobre objetivos físicos de interés militar”. Ponían de
ejemplo la disrupción masiva de la infraestructura digital de Estonia, el año 2007, debido a un
supuesto ataque realizado por Rusia, en lo que vendría ser “la primera ciber guerra del mundo o
Cyber War I”. Señalaban que un aspecto relevante de este asunto es que las incursiones fueron
realizadas por civiles, manifestación real de una sinergia entre civiles y militares. Mencionaban
también la operación Titan Rain del año 2003, como acción cibernética maliciosa de probable
origen chino, y el año 2010, el descubrimiento del ataque del malware de clase gusano Stuxnet a
una central nuclear iraní, que se presume fue desarrollado por Estados Unidos de América e Israel.
También, presentaban un cuadro comparativo de las 10 vulnerabilidades web más comunes en el
mundo que son atacadas por las Amenazas Persistentes Avanzadas (APT = Advanced Persistent
Threats), las cuales tienen un ciclo de gestión para atacar. Así, la estrategia efectiva de seguridad no
es una muralla de fuego de software, sino “un compromiso transversal en el que deben participar
toda la estructura de manera activa”. Se definían conceptos tradicionales como ciberespacio,
ciberamenazas, ciberdefensa, informática forense, ciberingeniería, ciberinteligencia,
ciberoperaciones, ciberseguridad, estructura y sentido organizacional, NEC (Network Enabled
Capability = Pensamiento militar moderno para interconectar fuerzas, aumentar coordinación,
lograr y aprovechar superioridad de la información) y autarquía tecnológica (Barría Huidobro,
2019). La pregunta que surge es si sabían todo esto, ¿qué es lo que sucedió para que el cabo del
ejército chileno se apoderara de 196,150 archivos de información clasificada de su propia
institución?
Ninguna institución civil o militar está libre de estas ciberamenazas y ciberataques. La
historia del Perú da testimonio que, ante la imposibilidad física y material de garantizar la
integridad de nuestro territorio, en diversos períodos de la vida republicana, se perdieron o cedieron
más de 700 000 km cuadrados de territorio, como consecuencia de conflictos y guerras, pero sobre
todo de la posesión y apropiación ilegal e ilegítima, de países vecinos argumentando la política de
“hechos consumados”, ganando ellos territorios en la mesa de negociaciones, sin disparar un solo
tiro de fusil. ¿Cuál fue la causa para la pérdida de esos territorios y la riqueza contenida en ellos?
La carencia de los medios adecuados para mantener un sistema militar con la capacidad de
convencer a propios y extraños de su poderío tecnológico y armamentístico para garantizar la
vigilancia, la seguridad, la defensa y hacer respetar los derechos intangibles de la nación peruana
(Vizcardo Benavides, 2013; Adins, 2019).
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¿Qué debemos hacer para superar estas carencias y limitaciones en el delicado ámbito de
las comunicaciones en el Perú, sobre en el caso de las instituciones más relevantes del Estado? Se
debe adquirir y utilizar tecnología actualizada, establecer y cumplir políticas de ciberseguridad,
implantar organizaciones de ciberdefensa bien implementadas, preparar oportunamente al personal
con acceso a sistemas informáticos sensibles, establecer sistemas de vigilancia y control
permanente, establecer niveles de protección, identificar las herramientas utilizadas como
ciberarmas más comunes por parte de instituciones del Estados, grupos terroristas, cibercrimen o
hacktivistas. Las fuentes de información en este ámbito son inagotables e inmensurables. Aquí se
presentan dos sugerencias importantes, para los contextos internacional y nacional. La primera es
el detallado informe sobre las armas cibernéticas y las estrategias de disuasión, desarrollado por
Javier Miguel-Gil (2017), titulado “La integración del ciberespacio en el ámbito militar”; la
segunda, las propuestas concretas, muy precisas y aún vigentes del coronel (R) FAP Daniel Iván
Taípe Domínguez (2017), en “Creación del Comando Operacional de Ciberdefensa”. Lo segundo
es una excelente presentación, muy detallada, en PPT, de una conferencia realizada por el mismo
autor para el III Programa de Gestión Estratégica del Poder Aeroespacial y Ciberespacio (III
PROGEPAC).
Conclusiones
La implementación de grandes proyectos de infraestructura como la Nueva Carretera
Central y el Tren Bioceánico generan expectativas positivas para la mayoría de la población
peruana y para las empresas nacionales que encuentran una extraordinaria oportunidad de
desarrollo económico, pero también provocan preocupación en ciertos círculos empresariales,
económicos y militares de otros países que perciben estos proyectos como una amenaza para sus
intereses geopolíticos y geoestratégicos. Esta dualidad de percepciones refleja la complejidad y las
implicaciones internacionales de las iniciativas de desarrollo nacional. La falta de avances
significativos en la construcción de carreteras y ferrocarriles durante décadas, especialmente en
regiones como la Amazonía, revela una necesidad importante, no satisfecha, en la conectividad, en
la comunicación y en el desarrollo de infraestructura vial en el Perú. Esta situación plantea
cuestionamientos sobre la capacidad del Estado para atender las necesidades básicas de las
poblaciones más alejadas, así como para garantizar su integración socioeconómica y su seguridad.
Además, pone de manifiesto la necesidad urgente de abordar estas deficiencias para promover el
desarrollo equitativo y la cohesión nacional.
La obra de Samuel P. Huntington y su llamado a la cooperación entre las principales
civilizaciones, a pesar de sus diferencias, contrasta con la manifiesta visión determinista de la
confrontación entre bloques geopolíticos presentada en todo su análisis. Este contraste refleja la
complejidad de las relaciones internacionales y la necesidad de buscar vías para la paz y la
comprensión mutua incluso en medio de la competencia geopolítica. En el contexto peruano, la
falta de inversiones para desarrollar y mantener la infraestructura de comunicaciones y transporte
plantea desafíos significativos para la construcción de una identidad nacional, el progreso
económico y la seguridad nacional. La ausencia de un plan integral para abordar estas deficiencias
podría dejar al país vulnerable ante los conflictos internos y externos, así como a la manipulación
de fuerzas antidemocráticas y hegemónicas. La comunicación estratégica emerge como un
elemento esencial para fortalecer las relaciones interpersonales y fomentar la integración social,
pero su implementación efectiva requiere una planificación y acción concertada por parte de las
autoridades gubernamentales.
El análisis histórico lógico de las civilizaciones griega, romana e incaica resalta la
importancia vital de la comunicación en el desarrollo y mantenimiento de sociedades complejas a
lo largo de la historia. Desde el intercambio de conocimientos en la Grecia antigua, como la muy
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eficiente organización militar y administrativa de los romanos y el sistema de comunicación de los
chasquis incas, se evidencia cómo la comunicación fue un pilar fundamental para el
funcionamiento y la expansión de estas civilizaciones. La comparación entre estas tres
civilizaciones destaca los efectos negativos que la falta de comunicación adecuada puede tener en
una sociedad, como se observa en los problemas superados por los griegos durante la batalla de
Maratón para hacer más eficiente la coordinación gracias a la eficaz comunicación entre los
comandantes y soldados. Esto resalta la importancia de la comunicación eficaz en el ámbito militar
y civil para mantener la cohesión social y el éxito en operaciones militares. Además, la función de
los chasquis incas como mensajeros y vigilantes móviles muestra cómo una red de comunicación
bien organizada puede contribuir al control territorial, político y militar en un vasto imperio. Así, se
subraya la capacidad de una comunicación efectiva para facilitar la gobernanza, el intercambio de
información y la coordinación en sociedades complejas, incluso en ausencia de tecnologías
modernas.
La comunicación, según la perspectiva de Karl Jaspers, no solo es un medio para el
intercambio de información, sino que constituye la esencia misma de la existencia humana. Este
enfoque resalta la importancia fundamental de la comunicación en la formación de la identidad
personal y en el desarrollo de la comunidad. Además, Jaspers enfatiza la dimensión ética de la
comunicación, que requiere un respeto mutuo y una apertura hacia los demás. En última instancia,
esta visión destaca la necesidad de una comunicación auténtica y significativa para alcanzar la
verdad filosófica y construir una sociedad basada en la solidaridad y el entendimiento mutuo.
La comunicación es un elemento fundamental para la sociedad peruana, en cualquier
contexto humano, ya que no solo se transmite información, sino que también se moldea
comportamientos y se establecen relaciones. La reflexión crítica sobre el estado actual de las
comunicaciones en el Perú revela la necesidad de un enfoque más consciente y ético en su
utilización, especialmente en un mundo donde los avances tecnológicos están en constante
evolución. De igual forma, la falta de regulación efectiva y la influencia de intereses comerciales y
políticos plantean desafíos significativos que requieren atención urgente para garantizar un uso
responsable y equitativo de la comunicación en beneficio de la sociedad peruana.
La amenaza del ciberespacio es una realidad palpable y presente en el contexto global,
donde los actores terroristas y los conflictos militares han migrado hacia el ámbito digital. Este
cambio de paradigma implica que los gobiernos y las instituciones militares deben adaptarse y
fortalecer sus capacidades en ciberseguridad y ciberdefensa para protegerse de ataques
potencialmente devastadores. Además, la colaboración internacional y la actualización constante de
las estrategias son fundamentales para hacer frente a esta nueva forma de guerra. En el contexto
peruano, la importancia de invertir en tecnología actualizada, establecer políticas efectivas de
ciberseguridad y fortalecer las capacidades de defensa cibernética es crucial para proteger la
integridad del país y sus instituciones. La adquisición de conocimiento y la implementación de
recomendaciones específicas de expertos en ciberdefensa pueden ayudar al Perú a estar mejor
preparado para enfrentar las amenazas en el ciberespacio y evitar posibles pérdidas territoriales o
de información sensible en el futuro.
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ISSN: 2520 - 7628 (Impreso), 2789-2514 (En línea)