La (in)competencia militar y la relación con la resistencia
al cambio organizacional en las Fuerzas Armadas
Dos reflexiones sobre la psicología de la incompetencia militar
Citar como:
Samaniego Muga, C. A. (2024). La (in)competencia militar y la relación con la resistencia al
cambio organizacional en las Fuerzas Armadas. Dos reflexiones sobre la psicología de la
incompetencia militar. Revista Científica de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, 3(2),
103-110. https://doi.org/10.60029/rcesge.v3i2arti9
Enviado: 10 de Octubre 2024 Evaluado: 30 de Octubre 2024 Aprobado: 3 de Noviembre 2024
ISSN: 2520 - 7628 (Impreso), 2789-2514 (En línea)
https://doi.org/10.60029/rcesge
Revista Científica de la Escuela
Superior de Guerra del Ejército
Volumen III, Número II, Noviembre 2024
Samaniego Muga, Carlos Alfonso1
https://orcid.org/0009-0005-5143-5009
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú
Universidad Científica del Sur, Lima, Perú
1Doctorando en Ciencias Administrativas por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, máster en Dirección y Gestión Empresarial,
con estudios de Maestría en Desarrollo Organización y Dirección de Personas y de Maestría de Filosofía en Antropología Filosófica. Es
Coronel FAP en retiro de la especialidad de Administración de Personal
Correo electrónico: carlos.samaniego@unmsm.edu.pe
Reseña
Este articulo reseña de forma estructurada la obra Sobre la psicología de la incompetencia militar
de Norman Frank Dixon (1976) como un estudio cualitativo que le permitió ser reconocido como
referente en la disciplina de la psicología experimental. El autor, como oficial del Real Ejército
Británico, abordó de forma rigurosa un aporte al estudio de las decisiones de los generales, las
variables que las afectan para el mando en cualquier nivel y, sobre todo, ofrece una explicación del
cómo se describen sus efectos en la sociedad, en su conjunto; así como para ser estudiada en la
actualidad en la gestión del cambio de las organizaciones militares, en particular, y aplicables a
organizaciones públicas y privadas, en general.
Samaniego Muga, Carlos Alfonso
Correo electrónico: carlos.samaniego@unmsm.edu.pe
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El espejo humano son los ojos de los demás
El ojo humano no puede verse a sí mismo; esta afirmación puede ayudar a una persona a
disponer y aceptar ante los demás que requerimos de la mirada de ellos —de sus ojos— para
conocer mejor la realidad en la que nos encontramos y cómo nos relacionamos en las
organizaciones. Es sobre todo vital cuando estamos ante la evaluación de los resultados, de nuestras
decisiones y acciones que afectaron o afectarán a los demás y que hoy le decimos oportunidades de
mejora, como otros eufemismos políticamente correctos llamados lecciones aprendidas,
realimentación positiva, crítica constructiva o simplemente, reflexiones.
¡Atrapado al ver respuestas, por fin!
Qué pasa cuando no es el otro o los otros —en persona— quienes, tal espejos humanos,
no te verbalizan esos espacios de reflexiones; sino es una frase, texto, párrafo o título que, de forma
inesperada, te capta la atención y que, de repente, te atrapa por asalto y no dejas de leer y seguir
leyendo, como un ansioso insatisfecho de saber; todo porque no deja de darle forma —casi
perfectamente— a muchas, pero muchas cuestiones, conjeturas o sospechas que tenías pendiente y
desconectadas, sobre cómo explicar o resolver las dudas, problemas, dilemas y errores del día a día,
en el vértigo de la vida militar.
Ello pasó cuando tuve en mis manos la versión original en español de Sobre la psicología
de la incompetencia militar de Norman Frank Dixon. El autor, con un estilo irónico, sutil,
insinuante y hasta con cierto sentido retador, nos atrapa con sus palabras desde el título.
Es más, si me fuera posible —en utopía— tener una entrevista para hacerle dos preguntas,
una sería la que sigue: “¿Por qué en el prefacio inicias con un deslinde: Este libro no es un ataque
a las fuerzas armadas ni a la amplia mayoría de altos mandos militares que, en tiempo de guerra,
realizan con éxito tareas que dejan a la altura de un simple juego de niños actividades tan
complicadas como pueda serlo la dirección de una gran empresa comercial?”. La otra sería: “¿Era
necesario citar en la introducción a C. Von Clausewitz: ...No deseamos más que representar las
cosas tal como son, y delatar la errónea creencia según la cual un valiente sin inteligencia puede
llegar a distinguirse en una guerra?”.
Al parecer, Norman F. Dixon quiso evitar la aparición de un sesgo de resentimiento
profesional, ya que no podía traicionar su natural estilo aspiracional de un esnob, con el típico
pragmatismo inglés a la hora de responder a la realidad. Por ello, presumo que era consciente de que
se le presentarían reacciones —detractores— que afectaran sus aspiraciones de reconocimiento
intelectual de la comunidad científica. Al respecto, lo logró; recordemos que, en 1974, fue premiado
con la Universty of London Carpenter Medal por su excepcional valor en psicología experimental.
Además, era posible que se presenten presiones y represalias por parte de la nobleza victoriana
militar se ese momento, por ser expuesta de incompetente para la vida militar. Al final, consiguió
ser galardonado con la Excelentísima Orden del Imperio Británico.
Situación problemática
Una de las principales diferencias entre las organizaciones políticas y las militares
consiste en el grado de control público que se ejerce sobre ella, la diferencia más importante
entre el ejército y las organizaciones comerciales radica en la diversidad de los resultados
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producidos por las decisiones que toman en uno y otro tipo de sociedad…, pero los errores
militares han costado cientos de miles de vidas e incalculables sufrimientos, tanto a soldados
como a civiles.
No hará falta decir que cuando quienes hubieran podido elegir la carrera militar ven como
decaen los atractivos de este oficio, se ven disuadidos por ello. Según Alexis de Tocqueville,
éste es un hecho que se da especialmente en los ejércitos democráticos en tiempos de paz.
Estas afirmaciones de Norman F. Dixon parecen vigentes en el Perú, aunque haya sido
planteada en 1835. Parece una diagnosis actualizada de la realidad al 2024. Se observa ello todavía
más en la cita que sigue:
Cuando un pueblo se ve abandonado por el espíritu militar, la profesión de las armas deja
inmediatamente de ser tenida por honrosa y los militares descienden por debajo de los
funcionarios públicos; se les estima en muy poco y dejan de ser comprendidos.
Una perspectiva interna de las organizaciones militares asociadas con algunas tradiciones
arraigadas que contrastan con la configuración de una situación problemática de cara a la relación
de la incompetencia militar es que “la posibilidad de obtener un ascenso en una organización militar
sirve para que se sientan atraídos a entrar en ella los que mayores ansias tienen de conseguir
logros”. No obstante, el autor llama la atención en relación con determinadas situaciones que no
atraen a las personas:
Desgraciadamente, sin embargo, hay aspectos de la carrera militar que lo más probable es que
resulten muy poco atractivos para hombres que se sientan estimulados cuando ven que pueden
obtener el éxito. Que tradicionalmente los ascensos dependan de la marcha del escalafón y la
veteranía, de la clase, la riqueza, el conformismo y la obediencia, es algo que tiene que dejar
bastante fríos a esos hombres. Ni los medios ni los fines son suficientemente atractivos.
La sugerencia de Norman F. Dixon sobre que “incluso la más modesta sed de éxito se ve estimulada
por el tipo de preparación recibida y por las convenciones recibidas” se relaciona lamentablemente
con una realidad para ser estudiada actualmente en el Perú. Así, afirma que “las personas
seguramente menos capacitadas son llamadas a llevar a cabo una tarea más difícil en la que el error
se paga más caro, y en la responsabilidad —en las esferas más altas— es asombrosa”.
Preguntas de investigación
El autor se plantea una perspectiva objetiva sobre la situación problemática afirmando
que “aunque un estudio de la incompetencia militar puede haber partido de cuestiones muy
diferentes… no es menos importante la necesidad de revisar una visión de lo militar que se opone
diametralmente… contra el más ligerísimo intento crítico”.
Resulta muy contundente, ante los efectos de la incompetencia militar en la historia de la
humanidad que el autor al revisar algunas conclusiones precedentes al respecto sugiere que aparte
de ser muy poco amables, son probablemente muy poco válidas, cuando se afirma que “las causas
psicológicas de los desastres suelen ser reducidas por este tipo de personas a una sola: poca
inteligencia o… la teoría del loco suicida… una ecuación de incompetencia y estupidez asnal”.
¿Cómo pueden llegar esas personas a ocupar altos cargos militares? Y ¿en qué consiste ese
elemento de las organizaciones que atrae, da importancia y en último término, tolera a
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aquellos cuya actuación en el más alto nivel va a ser la vergüenza de las organizaciones que
representan? ¿Qué supone el cargo del generalato y cómo pueden hacerse tan mal o bien?
Hipótesis central
Norman F. Dixon sostuvo que la incompetencia militar es evitable en gran parte,
trágicamente caro y muy absorbente, y para ello, plantea demostrar que “los aspectos psicológicos
generales pueden predecir el comportamiento militar”. Además, irónicamente se autodefine como
el complemento idóneo de psicólogo y militar a la vez, como una condición de irrebatible capacidad
para obrar, sin igual.
Justificación de estudio de la ineptitud militar
Teóricamente, no existía suficiente literatura que proporcione referencias conceptuales
que aborden la noción de incompetencia militar en el contexto de las ciencias del comportamiento
por falta de datos o sistematización de datos. De esta manera, se configura una vaguedad que
agudiza en entendimiento de la guerra como una rama de la sociología.
La justificación práctica por la que era —y será— necesario dedicarse al estudio de los
casos de ineptitud militar, más allá de los altos costos en desastres humanos, es la enfrentar con
profesionalismo “la amenaza de atraer esos individuos y que ocupen altos mandos”, evitar los
“errores del generalato” y, en general, evitar repetir “errores militares que han costado cientos de
miles de vidas e incalculables sufrimientos tanto a soldados como a civiles”.
Teoría y metodología de investigación
La teoría de la información sirve como base del abordaje de la investigación, en donde la
sistematización de datos accesibles a través de un estudio longitudinal, resaltando la virtud del
enfoque para “subrayar la influencia (o más, frecuentemente, la desgracia falta de influencia) de los
acontecimientos más antiguos sobre los posteriores”. Asimismo, proporcionan consistencia de una
investigación cualitativa que conduce a categorizar y proponer conceptos y modelos de análisis
interdisciplinares en el campo de la polemología y la psicología.
Resultados de la investigación
Primera parte. Se trata de una sistematización de hechos e información concreta
elaborada por medio de las entrevistas y recolección de información de bitácoras de guerras, de un
periodo de cien años y que caracterizan a los estudios longitudinales, de mucho esfuerzo de campo.
Además, se logra con la identificación de ejemplos históricos de ineptitud identificada en los
comandantes al mando, con una serie de datos accesibles para ser verificables por los lectores,
como en cualquier estudio de rigor científico. También, se logra percibir la influencia de esas
conductas de incompetencia dadas en eventos futuros.
Segunda parte. Es una discusión y explicación de los resultados obtenidos de la
sistematización de información de la primera parte, en donde la perspectiva científica de la
psicología aplicada a las organizaciones militares permite conceptualizar una “psicología social de
las organizaciones militares” como una naciente disciplina que sería la semilla de la polemología
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(estudio científico de la guerra como fenómeno social). El uso de teorías etológicas, psicoanalíticas
y conductistas buscan correlacionar los rasgos de la personalidad humana en general con la
incompetencia militar, algo que resulta inédito para el desarrollo de las ciencias sociales y su aporte
científico al desarrollo del conocimiento.
La otra parte describe una serie de rasgos característicos y sus dimensiones relacionadas
a la “psicopatología de los altos mandos militares” desde un enfoque individual. Se asume, al
respecto, la perspectiva de la incompetencia más que de la competencia; en sí, para encontrar en el
“autoritarismo” la esencia principal de la incompetencia militar, asi como otras madres de la
incompetencia.
Tercera parte. Es una visión aplicada a generales destacados como excepciones a la regla
de la incompetencia militar. Se hace énfasis en la idea de que la incompetencia militar es
consecuencia de los defectos de la personalidad que se dan en los autoritarios y en las personas, con
una motivación por el logro de signos patológicos como el conformismo, la adulación, la indecisión
y el miedo al fracaso.
Termina como empezó con un intento coloquial de deslinde del sesgo subjetivo al realizar
una confesión muy conveniente de ser autoritario y que, por lo tanto, habría sido, un incompetente
militar.
Reflexión 1: Relación entre la incompetencia y la resistencia al cambio
El Brigadier de la Marina Real, Shelford Bidwell sugirió una “ruptura científica” al
reconocer que:
Se vio muy pronto que la ciencia era útil, pero que costó mucho tiempo llegar a
comprender que podía haber una ciencia de la guerra, en el sentido de que era posible utilizar
los modos de pensamiento científico para la resolución de los problemas estratégicos… la
marcha de la ciencia había hasta aquel momento proporcionado armas para matar, pero no
había dado ningún tipo de elemento esencial para el mando y control… a los científicos no se
les pedía otra cosa que herramientas.
En el contexto de la resistencia al cambio y la aplicación de las ciencias del
comportamiento en la guerra surgió la frase “¡Qué! ¿Es que quieren ustedes hacerlo absolutamente
todo?”. Esta idea evidencia muchas más reacciones de una mirada de la psicología “envuelta en una
mortaja de mitos y su aplicación era frenada por miedos subconscientes. Era confundida con la
psiquiatría, y como se sabía que los psiquiatras son gente que trata con loco, y que eran blandos en
el terreno de la disciplina, no se pensaba siquiera contar con ello”.
La negación de la existencia de una realidad que no nos agrada o que representa algún
especial esfuerzo extra, conlleva muchas veces la minimización de sus efectos o resistencia para
diferir su atención.
Aunque la historia militar está repleta de ejemplos de los que suele llamarse estupidez,
hay firmes bases que permiten creer que estas explicaciones reflejan solamente la preferencia
general por las teorías simples ante lo que son fenómenos verdaderamente complejos. Si el
fenómeno complejo es desagradable e injuriosa la explicación sencilla, tanto mejor.
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Por otro lado, dar paso al liderazgo y otras cuestiones ocasiona reticencia para los
oficiales y comandantes.
Permitirles participar en la selección de líderes y dejarles plantear cochinas preguntas
sobre sexo, resultaba demasiado repugnante para muchos oficiales y la resistencia de los
comandantes militares a la aplicación de la psicología en ese campo fue naturalmente
profunda y obstinada.
Se trata de una aceptación honesta y muy consciente de un contexto organizacional de
resistencia al cambio en las organizaciones militares y que, al parecer, en la actualidad no ha sido
del todo abordada con bases científicas que visibilicen su valor estratégico en la construcción de
modelos de gestión del cambio para el desarrollo organizacional de las FF. AA. en el Perú. También,
con cierto sentido comparativo, sobre hacia donde puede escalar los niveles de la resistencia al
cambio en las organizaciones militares, se cita lo que sigue:
Un regimiento de caballería británica, cuando recibió por primera vez en su historia un
cargamento de carabinas, mediados del siglo XIX, metió ceremoniosamente el cargamento en
carretillas y lo arrojo al montón de estiércol del establo, en evidente respuesta a dejar de usar
sus nobles sables, bayonetas y lanzas.
No es de extrañar que “los líderes de aquellos ejércitos eran seleccionados a partir de un
cuerpo de oficiales que no eran reclutados principalmente debido a su arrojo o a su inteligencia,
sino según ciertos criterios sociales”. Sin embargo, y en contraste,
Cada vez que se aparece un gran general , da la sensación de ser un inconformista o un
monstruo anormal… Ese hecho sirve para explicar porqué aparece repentinamente un amplio
grupo de generales competentes cuando se rompen los moldes de una sociedad… sin clases ni
castas, como ocurrió en los Estados Unidos durante el siglo XIX… porque la guerra hizo de
la profesión del generalato algo abierto a la gente con talento, liberándola del control ejercido
por los autoritarios, que florece en las sociedades rígidas.
En contraste, el autor afirma que no se ha recibido bien la innovación y el
emprendimiento. Es así que:
Los militares nunca han recibido bien a los emprendedores o innovadores… Sin embargo,
otra clase de personas para la cual la organización militar puede resultar atractiva. Es el que
tiene ansias de obtener logros, pero que tiene ansias debido a un germen patológico…
impulsado un temor a la derrota… ego débil y sentimientos de dependencia y eso es
patológico e inmaduro, y hace sobresalir rasgos que, como la deshonestidad y la conveniencia
pueden ser contrarios a los que son necesarios cuando se llega a ocupar un puesto de alto
mando.
Finalmente, Norman F. Dixon nos asegura usando referencias que la información nueva
exige capacidad de interpretación. Además, precisa otros aspectos por tener en cuenta.
Las informaciones nuevas tienden, por su definición, un alto contenido informativo y en
consecuencia, requerirán en primer lugar una mayor capacidad de elaboración e
interpretación, en segundo lugar, amenazan el regreso a una situación anterior de
incertidumbre insoportable y en tercer lugar, confronta a quien toma las decisiones con la
desagradable idea de pensar que quizá se haya equivocado. ¡Por eso tienden a cerrar los ojos!
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Es decir, se resisten al cambio por su incompetencia.
Reflexión 2: Clases de altos mandos
Norman F. Dixon nos planteó una clasificación de altos mandos, desde una perspectiva
motivacional que conlleva la aparición de la incompetencia militar. A saber, presentó dos grupos:
por un lado, “los que están primordialmente preocupados por mejorar su capacidad profesional” y,
por otro, “los que están primordialmente preocupados por mejorar su posiciona personal”. No
obstante, indicó una objeción radical cuando afirma que “estos dos tipos de incentivos no son
mutuamente excluyentes” al margen de las personas que se les reconozcan como iguales en su
motivación primaria.
La inconsistencia fundamental radica en cómo el autor intenta solucionar la objeción a su
propuesta, usando el ejemplo de dos personajes que se caracterizan por la clase de preocupados de
mejorar su posición personal, afirmando en condicional que “la única diferencia, si la hubo, sería,
según esta argumentación, el reparto de la suerte”.
En adelante, a sabiendas de la insuficiente argumentación, establece unos rasgos
distintivos para reconocer a los dos grupos, sugiriendo que “los que están primordialmente
preocupados por mejorar su capacidad profesional” tienen cinco rasgos específicos que pueden ser
tomados como dimensiones de la competencia militar y, en contraste, de la incompetencia militar:
1. Mayor competencia profesional e intelectual
2. Mayor capacidad de recordar las tareas que no han podido completar y, por lo tanto,
predisposición a terminar los cosas que empiezan
3. Preferencia por los compañeros de trabajo eficaces, a la hora de elegirlos, por encima de
los que, aun siendo mas conocidos, no suelen inclinarse hacia el triunfo
4. Mayor disposición a presentarse voluntariamente a los experimentos psicológicos
5. Mayor grado de actividad en la institución o comunidad a la que pertenece
El autor describió cada uno de los rasgos que observó. Resulta de especial sentido el termino de
“puritanos” aplicado a las personas esencialmente motivados por la “autoabnegación”, de los cual
advierte la necesidad de posteriores estudios de comprobación de datos al respecto, para así poder
aplicarlos con rigor para determinar si se reflejan en los generales competentes, “en lugar de hacerlo
en la de los incompetentes” y sus excepciones.
Finalmente, resulta muy descriptivo cuando el autor se refiere al rasgo de mayor actividad. Hace
referencia de otros para afirmar lo siguiente:
Podríamos pensar que los comandantes incompetentes tienden a ser los que tienen la
necesidad de evitar un fracaso, que hacer bien un trabajo y triunfar en su realización… ese
tipo de personas tienden a eludir las actividades en las que podrían ser vistos en actitudes
poco favorables, y , que a no ser que se les fuercen a ello, se nieguen a participar en todas las
actividades en las que dudan de su capacidad de sobresalir… y que de darles la oportunidad
de abandonar una actividad en la que se va a evaluar su cometido para pasar a otra en la que
eso no ocurre, no dudará en hacer el cambio.
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Correo electrónico: carlos.samaniego@unmsm.edu.pe
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… y ahora qué hacer?
La frase que deja abierta las demás reflexiones que vendrán a partir de este artículo
refuerzan la idea de este clásico como una lectura obligada para los oficiales que actualmente
forman parte de las FF. AA. en el mundo, ya que es el mismo Norman F. Dixon quien acota que su
estudio tiene un contexto específico en la guerra convencional, como una loable confesión. Por lo
demás, está clara la limitación de su estudio que no pudo abarcar lo que la modernidad nos presenta
con la presencia trascendente de las mujeres militares y, por ello, es una tarea pendiente para
emprender un nuevo estudio complementario.
Este aporte pretende dejar una convicción clara y objetiva al afirmar que un artículo, una
conferencia, un taller, un curso o un programa especializado en el estudio de las competencias
militares debe tener como línea base a Sobre la psicología de la incompetencia militar de Norman
F. Dixon. Este volumen es útil para enriquecer una mirada estratégica y prospectiva en la
construcción de políticas y modelos para la gestión del cambio en las organizaciones militares y
cualquier otra en general.
Referencia
Dixon, N. (2001). Sobre la psicología de la incompetencia militar. Anagrama.